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Mateo Grisales

Carvalho, un concejal del siglo XXI

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"Su ética y estética bailan coherentemente. Es un ciudadano del mundo, sensato, auténtico y preparado al que le preocupa y le apuesta a la sostenibilidad de nuestra especie y del planeta, las libertades individuales y las diversas posibilidades de ser."

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“¿Ese de rastas es Concejal?” preguntó con asombro un joven de 14 años de un colegio público de Medellín cuando visitábamos las gradas del Concejo por allá en el 2017. Por esa época, yo daba algunos talleres de liderazgo juvenil en varios colegios públicos de la ciudad. En el plan de trabajo propusimos, con mucho entusiasmo, que al finalizar este proceso pedagógico lleváramos a los jóvenes participantes al Centro Administrativo la Alpujarra, les contáramos la historia de la ciudad relatada en muchos de sus monumentos y esculturas y les explicáramos cómo funcionan el gobierno local y sus instituciones. Como era debido, ingresamos al Concejo de Medellín en plena sesión y los jóvenes inmediatamente se percataron de dos cosas: los pocos concejales presentes en el recinto y la vistosa estética de otros dos quienes, atentos, escuchaban a la administración municipal: Daniela Maturana y Daniel Carvalho. “¿Uno vistiéndose así puede ser concejal?”, preguntaron. “Bienvenidos al siglo XXI, lo importante no es cómo te vistas, sino, que por lo menos, asistas”, les respondí. 

Este hecho no me pareció menor. La imagen que tenían aquellos jóvenes de los políticos era, seguramente, la de hombres blancos, subidos de peso, vestidos de traje y muy alejados del ciudadano corriente. Una política del pasado, con ideas del pasado y por supuesto, con una estética del pasado. La imagen que vieron, por tanto, les pareció llamativa: la de un man joven, de tenis Vans y con rastas, ocupando una curul. Para su mayor sorpresa, este era de los pocos juiciosos en el recinto del Concejo. Claro, algunos pensarán que este tema de la estética es menor, ignoran que, años atrás, en esos espacios solo era permitido estar de corbata y etiqueta. Pero, más allá de esa discusión, lo que representaba la estética de Carvalho en el Concejo era una forma de ocupar y entender el mundo de hoy. Una estética que es, a su vez, una propuesta política: la del ciudadano del siglo XXI. 

Fue esa propuesta política la que me llamó la atención. Daniel Carvalho representó en el Concejo de Medellín una propuesta del y para el siglo XXI. Su primera intervención en el recinto fue la denuncia “de un enemigo silencioso y peligroso”: la contaminación del aire de Medellín. Puso en evidencia, con todo su conocimiento como urbanista, los problemas del modelo urbano de la ciudad; promovió una agenda ambientalista y de sostenibilidad, propuso un modelo de sociedad donde el arte, la cultura y la creatividad fueran valorados como una oportunidad de vida. Defendió a barristas, activistas, graffiteros y manifestantes de la arcaica y peligrosa etiqueta de vándalos. Le salió al paso al autodenominado Concejal de la Familia de Bogotá, quien discriminaba a las familias diversas, creando su propia apuesta de Concejal de todas las formas de familia y amor; reivindicó la apropiación del espacio público y valoró siempre el saber técnico y la sociedad del conocimiento. Su consigna: contribuir a la construcción de una ciudad más diversa, creativa y sostenible. 

Su ética y estética bailan coherentemente. Es un ciudadano del mundo, sensato, auténtico y preparado al que le preocupa y la sostenibilidad de nuestra especie y del planeta, las libertades individuales y las diversas posibilidades de ser. Un político vehemente, pero respetuoso, capaz de tender diálogos y de escuchar al que piensa diferente. Un profesional responsable, polifacético y estudioso. Es una persona cercana, amable y sobre todo, sensible, preocupado por ponerle belleza a lo que hace. 

Hoy Daniel renuncia al Concejo de Medellín después de seis años de recorrer sus pasillos. Por supuesto que tuvo desaciertos, pero nunca se le podrá acusar de que actuó de mala fe, ni de que intereses oscuros le marcaran el paso. Yo a él le agradezco que me interpretara como ciudadano y que llevara al Concejo, con sus propuestas y por supuesto su estética, una agenda vanguardista y una apuesta política propia de una ciudadanía del siglo XXI. A él, a quien he admirado y querido como amigo, lo seguiré acompañando en su aventura y lo apoyaré en su compromiso por seguir construyendo una sociedad más diversa, creativa y sostenible. 

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