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Los últimos años electorales hemos estado en el marco de una polarización extrema. Este fenómeno no sólo se ha visto reflejado en Colombia sino en todo Latinoamérica y en el mundo. La polarización es una estrategia que utilizan los autócratas para liderar y conseguir fans.

De acuerdo con Moíses Naim, en su libro La Revancha de los Poderosos, los autócratas sustentan su poder a partir de utilizar tres estrategias: polarización, populismo y posverdad. De estos tres elementos, el populismo y la polarización son los que más se han evidenciado en los últimos años electorales en Colombia y como estamos en año electoral debemos tener presente que muchos candidatos de todas las corrientes políticas pueden utilizar estas estrategias para hacernos tomar partido y, peor aún, separarnos de nuestros familiares y amigos.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que el populismo, según la RAE, es una “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”. Claramente, un líder o un gobernante debe pensar y crear políticas públicas en pro de satisfacer las necesidades del pueblo, por lo que no se debe clasificar al populismo de derecha o de izquierda, pues podemos ver ejemplos de ambas corrientes implementando estas tácticas para lograr su cometido. Piensen por ejemplo en Trump en Estados Unidos o Berlusconi en Italia, pero también en Evo Morales en Bolivia o Juan Perón en Argentina. En general, como ciudadanos debemos tener la claridad de que el populismo no tiene una corriente política.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que los nuevos líderes se aprovechan de la legislación y de las instituciones para dar legitimidad a sus actuaciones. Por ejemplo, estamos viendo hoy en Colombia una asunción de funciones por parte del presidente Gustavo Petro quien, sustentando en un mandato constitucional (art. 365 y siguientes de la Constitución) ha decido tomar el control de las tarifas de los servicios públicos y otros líderes locales como Daniel Quintero se aprovechan de ello para pedir autorización para la suspensión de las tarifas.

Esta actuación es claramente populista, en el sentido de soportar su actuación de tomar el control de la CREG en la legislación colombiana, generando una interpretación bastante dudosa, para dar legitimidad a su decisión. Este tipo de decisiones logra dos cosas:

  1. Aumentar la polarización. Es una realidad que la situación macroeconómica mundial viene generando impactos en todos los hogares, sin embargo, la solución no puede estar asociada a medidas de intervencionismo absoluto del Estado pues va en contravía del libre mercado y su capacidad de autorregularse.

Este tipo de medidas logra que el pueblo vea con buenos ojos la medida, pero la empresa privada no, lo que genera más polarización.

  • Lo anterior genera como consecuencia que las personas idolatren a sus líderes y, dejen de lado sus actuaciones, no se cuestionen y se vuelvan especias de mesías. Esto pudimos evidenciarlo la semana pasada cuando el 14 y 15 de febrero, se realizaron marchas en pro y en contra, respectivamente, de las reformas.

Estoy seguro, sin temor a equivocarme, de que la mitad de las personas que salieron a marchas a favor o en contra de las reformas no se habían leído el texto o, si lo leyeron, en un gran porcentaje, no lo entendieron, y no entienden las consecuencia positivas o negativas que puede tener. Hay que tener en cuenta que estas reformas tienen efectos técnicos, que requieren estudio, datos y conocimiento.

Sin embargo, en una “política de fans”, esto pasa a segundo plano, simplemente se cree a “ojo cerrado” en un candidato, a pesar de desconocer el impacto de lo que dice y hace.

  • Se derrumba la creatividad y las posibilidades para los ciudadanos. Cada vez más los debates ideológicos, los partidos con posiciones claras y los políticos con ideologías contundentes, van en decrecimiento. Hoy vemos partidos como el Conservador apoyado gobiernos de izquierda, vemos debates políticos en Twitter donde no hay ideas sino expresiones como “el GEA se está robando todo” o “fajardo/ narcouribistas” y todo el tiempo ese tipo de discusiones, pero jamás vemos un debate ideológico que pueda nutrir una conversación.

El debate ideológico es clave ya que sobre ello los líderes pueden construir un país mejor y darnos nuevas posibilidades a sus ciudadanos. Sin embargo, y como viene sucediendo, cada vez va a pasar menos.

En general se viene un año álgido en materia política. Las grietas de la polarización cada vez crecen más, así como el discurso populista. Las personas cada día están más alejadas entre sí, sin cuestionarnos nada y siguiendo como hinchas de fútbol a un candidato.

Para estas elecciones, ojalá rompamos esa tendencia: conversemos sobre ideas, sin discusiones o fragmentaciones sociales, cuestionemos lo que no nos gusta de uno u otro candidato sin pasiones y, lo más importante, no dejemos que el discurso populista (que se derive de cualquier sector político) permee nuestra sociedad. Si lo permitimos, nosotros seremos los únicos que sufriremos las consecuencias.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/daniel-restrepo-2/

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