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José Valencia

Transición energética: callejón sin salida

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No importan los llamados a la moderación del ministro Ocampo ni de Roy Barreras, el presidente del Senado, pues Petro e Irene Vélez, la ministra de minas, siguen empeñados en enviar mensajes contra la explotación y exploración de petróleo; y como en un dominó, estos anuncios empiezan a derrumbar las acciones de Ecopetrol, el valor del peso y de los TES, la deuda del Estado colombiano que se negocia en los mercados.

Aunque la evidencia científica es clara en la necesidad planetaria de reducir las emisiones de CO2 para preservar la vida como la conocemos, el plan de Petro para encaminarnos en ese propósito tiene mucho de utópico y poco de una ruta realista.

Lo primero cuestionable es que el afán de Colombia por ser país pionero en la materia no tiene mucho sentido pues somos una décima en las cifras de los aportes mundiales a la contaminación (0.4 %, para ser exactos), un porcentaje insignificante al lado de países como China, Estados Unidos o India, los verdaderos responsables ¿Por qué entonces empeñar todos los esfuerzos y sacrificios de nuestro país en una partida global en la que en realidad poco tenemos que ver?

Otro punto que no cuadra es que, según el IDEAM, la industria petrolera del país aporta menos emisiones contaminantes que la agricultura y la ganadería ¿Por qué entonces la obsesión con el sector que produce el 30 % del aporte, y no con el 70 % restante?

Pero definitivamente lo menos claro del plan de Petro son las alternativas. Por un lado, porque financiar la transición es muy costoso y las cifras solo cuadrarían si mantenemos a tope la industria minero energética, y por otro, porque los mismos petristas se han opuesto sistemáticamente a las alternativas de energía; no les gustan las hidroeléctricas pues consideran que los ríos deben seguir un curso sagrado dictado por la Pacha Mama y han torpedeado con insistencia a Hidroituango, el proyecto hidroeléctrico más grande de Colombia.

Te dicen entonces que la solución serán los páneles solares y las turbinas eólicas, eso sí, sin contarte que para su elaboración y puesta en marcha se necesitan toneladas de minerales como el cobre, el silicio, el oro, el níquel y otros más, cuya obtención solo es posible a través de la megaminería, a la que el petrismo se opone tajantemente.

Es decir, el presidente insiste en llevar a cabo una propuesta de transición energética que, con solo anunciarla, le pone los pelos de punta a los inversionistas y deteriora la calidad de vida del país y, además, se opone directa e indirectamente a las soluciones para descarbonizar la producción de energía. Petro nos lleva a un callejón sin salida.

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