¿Para qué sirve ser profesional?

En la columna anterior abordé la pregunta sobre la ética general: si está pasada
de moda, si es subjetiva; o si, por lo contrario, nos constituye y se expresa en la
interrelación. Hoy, la pregunta tiene segunda parte: la ética profesional.
Siguiendo a Adela Cortina, lo primero es responder a qué es ser profesional. Para
la autora, una profesión es una actividad cooperativa: no actúa cada uno de
manera individualista, sino que los profesionales comparten un sentido profundo y
en colectivo tratan de conseguir metas comunes y útiles a la sociedad.
Un buen profesional es aquel que sabe para qué sirve su profesión, cuál es el
propósito de ésta; conoce las técnicas y las aplica de la mejor manera para el bien
común.
Cada profesión tiene bienes internos, es decir, los sentidos y propósitos
fundamentales que la distinguen de otras. Por ejemplo, los bienes internos de la
ingeniería financiera serán distintos a los de la contaduría. Eso es lo que le da
legitimidad a la profesión, pues son esos bienes los que cada profesión ofrece al
mundo.
Ahora, las profesiones también ofrecen bienes externos: el prestigio, el dinero y el
poder. Estos no se buscan, en principio, con el ejercicio de la profesión, pero en el
camino también se adquieren y son necesarios. El problema ético es cuando los
bienes externos del profesional se salen de proporciones y se anteponen a los
bienes internos. Es entonces cuando se corrompe, afectando no solo la reputación
del individuo sino de la profesión.
Dice la autora que la ética fundamental del profesional es la ética de la
responsabilidad. Esto implica que cada persona debe hacer lo que le corresponde
de la mejor manera posible, con la conciencia de que sus actos impactan no solo
en sí misma, sino también en la sociedad. El resultado de asumir esta
responsabilidad es la generación de confianza, un valor esencial en las relaciones
humanas y en la construcción de vínculos sólidos.
Finalmente, Adela Cortina propone que en las organizaciones también existe —y
debe existir— una ética, y que esta, en última instancia, resulta rentable. En un
entorno organizacional ético, cada profesional cumple su labor con
responsabilidad, reconoce los intereses legítimos de los demás y se generan
relaciones basadas en la confianza y la cooperación. Así, se evitan acciones que
implican altos costos, como los reprocesos, las sanciones o la pérdida de clientela.
Cuando las personas creen en una organización, se fortalece la confianza, lo cual
redunda en su reputación y rentabilidad.

4.6/5 - (5 votos)

Compartir

Te podría interesar