Escuchar artículo
|
Benjamin Franklin dijo: “Si sabes gastar menos de lo que ganas, has encontrado la piedra filosofal”, una frase que encierra una gran verdad. Sin embargo, para muchos seres humanos, el desafío de consumir menos de lo que se gana sigue siendo un reto, sin importar el tamaño de sus ingresos.
Milton Friedman presentó en su momento una explicación para este comportamiento, introduciendo la teoría del ingreso permanente. Esta teoría sostiene que los consumidores no basan su consumo únicamente en su ingreso actual, sino en lo que esperan ganar a lo largo del tiempo. Cuanto mayores son sus expectativas de ingresos futuros, mayor es su consumo presente.
De manera similar, el comportamiento de un gobierno puede entenderse bajo muchas de las mismas premisas que se aplican a los individuos, tanto racionales como irracionales. Los gobiernos, al igual que los consumidores, suelen incrementar sus gastos en función de las expectativas de mayores ingresos futuros, y no necesariamente en función de los ingresos reales que perciben en el presente.
Un ejemplo claro de esta dinámica es el reciente debate sobre el presupuesto general de la nación en Colombia, donde el gobierno enfrenta un déficit de 12 billones de pesos, sin fuentes claras para cubrirlo. Se confía en ingresos futuros, aún inciertos, para resolver este vacío financiero.
David Ricardo, con su teoría de la equivalencia ricardiana, argumentaba que cualquier gasto de un gobierno eventualmente se pagaría con impuestos. Ya sea que se financie con deuda o con ingresos presentes, la carga siempre recaerá en los contribuyentes, tarde o temprano.
A medida que se proyecta el cierre de 2024, el déficit fiscal de Colombia podría alcanzar el 5.3% del PIB, un aumento respecto al 4.2% del año anterior. Este aumento es impulsado en gran medida por el incremento en el pago de intereses de la deuda y por un bajo nivel de recaudación tributaria.
La tendencia al aumento del gasto, sumada a la presión por mantener el nivel actual de consumo, complica aún más la posibilidad de cerrar las brechas de déficit. Ante esto, el gobierno del presidente Petro ha propuesto flexibilizar la regla fiscal, que actualmente cuenta con un tope de deuda del 71% del PIB. Sin embargo, esto genera preocupación respecto a la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo.
Así, nos enfrentamos a una cuestión crítica: ¿Es racional flexibilizar la regla fiscal sin reducir el gasto? ¿O acaso al aumentar el límite de deuda, esta se disipará por sí sola? ¿Quién terminará gravado en el futuro para cerrar la brecha de déficit? ¿Tiene sentido que cada año el déficit aumente en vez de ser cerrado?
Si puedo cambiar las reglas, ¿qué sentido tiene tenerlas? Un gobierno que no ajuste sus gastos a sus ingresos no tiene la capacidad de liderar de manera racional sus finanzas; coloca en constante riesgo las finanzas públicas, para posteriormente proponer soluciones para su beneficio, olvidando las importantes repercusiones en el bienestar de la sociedad.
Al igual que en la búsqueda de la piedra filosofal, el verdadero logro está en descubrir la fórmula para gastar menos de lo que se gana. Si el gobierno no adopta esta sabiduría y continúa alterando las reglas en lugar de ajustarse a ellas, pone en riesgo no solo las finanzas públicas sino también el bienestar futuro de toda la sociedad, donde en realidad, los verdaderos perjudicados seremos aquellos que pagamos impuestos.
Otros escritos de esta autora: https://noapto.co/carolina-arrieta/