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Llevo unos años siendo crítico del capitalismo. Tratando de verlo desde diferentes puntos de vista y entendiendo el papel fundamental que ha tenido en ayudarnos a construir la sociedad que tenemos ahora y todos los avances tecnológicos, de salud, bienestar y posibilidades. Eso es innegable y de hecho disfruto ser parte. Pero como con todo, hay unos límites que hace rato estamos sobrepasando y que no pareciera haber ganas de detener.
El capitalismo en su esencia está muy equivocado porque parte de la hipótesis de un crecimiento infinito. Pero eso es imposible. Los recursos son finitos. El planeta lo es. Nosotros lo somos. Tal vez encontremos otros materiales, energías más eficientes y otras maneras de hacer todo lo que hacemos como especie. Eso de hecho ha sido lo que ha permitido lograr los grandes avances.
Pero las consecuencias no dan espera tampoco y a eso no le queremos prestar tanta atención. Pasando por el nada ignorable problema de la crisis climática y ambiental que estamos viviendo, la afectación de ecosistemas, extinción de especies, agotamiento de los recursos y exceso de residuos. Ahí ya vemos que hay algo que no estamos haciendo bien y que si no cambiamos la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza y la dejamos de ver como una fuente de recursos y un botadero, va a ser imposible vivir aquí. O por lo menos de una manera en la que no dependamos de máquinas y sistemas ultraavanzados para hacer algo tan simple como respirar.
Por otro lado, están las consecuencias que han tenido en la mente de las personas. Ahora nada es suficiente, todo va muy rápido, las posibilidades son infinitas (o eso nos dicen). Con cada generación que llega, vienen retos que la verdad no entiendo cómo vamos a superar. Cada vez menos personas quieren comprometerse con algo valioso. La vida pareciera limitarse a pasar rico y distraerse lo más posible. Al volvernos tan individualistas, estamos huyendo de nosotros mismos.
Y sumado a eso, por si fuera poco, hace días veía una situación que no sé cómo vamos a manejar. En las bases del capitalismo, las empresas buscan crecer sus ganancias todo el tiempo. En los objetivos de toda empresa es lógico tener que facturar más cada vez. Pero, ¿a costa de qué? Por ejemplo la industria de la comida, ¿cómo pueden hacer que comamos más para que ellos sigan ganando? Pues fácil, bajando al mínimo el costo de los ingredientes, lo que se traduce en bajísimos niveles nutricionales, afectaciones ambientales y sociales para conseguir los insumos y uso de alternativas sintéticas y baratas con efectos muy graves para nuestra salud. Y también lo logran haciéndonos más dependientes. Nos dan la ilusión de que necesitamos todo lo que producen y que un paquetico de galletas pareciera no ser suficiente para calmar el antojo.
Y la otra es la industria de las redes sociales y las plataformas de streaming, ¿cómo van a hacer para ganar más? Sí, adquiriendo nuevos clientes, pero eso ya va siendo una ganancia marginal que no representa mucho. Ahora los gigantes como Spotify, Disney, Netflix y demás, están haciendo estrategias muy perversas para maximizar sus ganancias. Escuché que Spotify está restringiendo muchísimo lo que ganan los artistas y usando unas tecnologías de inteligencia artificial para generar más ganancias. Hay un rumor que las grandes plataformas de streaming se van a unir para hacer una super plataforma, que por cierto va a tener anuncios y que podrías pagar para evitarlos. O sea, la súper tecnología nos va a devolver a ver televisión como lo hacíamos antes. ¿Qué sentido tiene?
Creo que debemos cuestionar de raíz la manera en la que estamos viviendo y lo que le estamos haciendo a nuestro cuerpo, a nuestra sociedad y al estilo de vida que tenemos. Ahí es donde creo que una de las claves es devolvernos un poco a nuestras raíces y recomenzar a darle valor a lo más esencial: el silencio, la tranquilidad, la compañía de los otros, la alegría verdadera.
Otros escritos de este autor: https://noapto.co/esteban-perez/