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Antonia Restrepo

Sobre Nutresa: pensar enmarca el actuar

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"No estoy diciendo que estoy a favor de la toma hostil por parte del Grupo Gilinski, estoy planteando que esta movida que pone en riesgo el modelo de enroque, es un llamado a hacernos preguntas existenciales más allá del sabor de las galletas."

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“Nooo por favor, no vendan Nutresa, las galletas no sabrían igual, los chocolates no serían cómplices, ya me había acostumbrado a las Tosh.” (extracto de la columna de Gabriel Dib, ex concejal de Medellín). Más allá del discurso de Antioquia federal, de la verraquera paisa o del cambio de sabor en las galletas, no veo análisis profundos e interesantes sobre el tema Gilinski/Nutresa. Me estorba que se está asumiendo de entrada que una oferta pública de adquisición a Nutresa es mala per se, que el modelo de enroque del GEA es bueno y necesario, que generar valor social implica necesariamente el modelo de enroque, me preocupa, sobretodo, que no nos estemos haciendo las preguntas correctas.

¿Tiene sentido el modelo de enroque para el futuro? ¿Se puede generar valor social y promover el capitalismo consciente bajo otra forma? ¿El rompimiento del GEA pone en riesgo el buen manejo y la institucionalidad de Medellín? ¿Cómo incentivar un tejido empresarial preocupado por la ciudad y la región sin este modelo de propiedad cruzada? ¿Se puede crear un ideario colectivo acerca de Medellín y sus ciudadanos sin la existencia del GEA? ¿El impacto social es inconsistente con la rentabilidad?

El famoso enroque del Grupo Empresarial Antioqueño, que generó su expansión e internacionalización, permitió además que entre 1985 y 2018 el número de empresas del GEA se multiplicara por siete; el número de empleados, por más de cuatro; los activos, por 47; el patrimonio por 33 y las utilidades por más de catorce veces. Además de expandirse por toda Colombia y llegar a los mercados internacionales. A todas luces, un resultado extraordinario, casi imposible de imaginar en un principio.

Sin embargo, la propiedad cruzada producto del enroque ha reducido la presión por resultados financieros y ha terminado por crear una cultura de “hagámonos pasito”, consecuencia natural de que los administradores de estas empresas se auditen entre sí en las juntas directivas, además de limitar inversión en ciertos activos y el flujo de capital hacia el grupo. 

El GEA es el principal ejemplo de que la sociedad mejora cuando crecen las empresas. Por eso, creo que hace falta recordar que el impacto social no es contrario a la rentabilidad, sino que usualmente la refuerza y ​​aumenta, que el valor económico también puede crear valor compartido para la sociedad, que las empresas que actúan como negocios, no como donantes caritativos, son la fuerza más poderosa para abordar muchos de los problemas más urgentes de la sociedad en todo el mundo, que el Capitalismo Consciente es un enfoque empresarial que busca el bienestar pero también la creación de valor. 

El mérito de la institucionalidad es la creencia colectiva que se tenga en ella, y es posible que la estrategia para Medellín a largo plazo implique un modelo diferente que genere un ideario conjunto sobre la ciudad y la región, sin sacrificar el crecimiento y competitividad de sus empresas. 

No estoy diciendo que estoy a favor de la toma hostil por parte del Grupo Gilinski, estoy planteando que esta movida que pone en riesgo el modelo de enroque, es un llamado a hacernos preguntas existenciales más allá del sabor de las galletas. De nuestros líderes espero argumentos más serios y preguntas más profundas, pensar enmarca el actuar.

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