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Te va a hacer falta vida, Montoya

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Erika Viviana Castañeda, de 13 años, fue asesinada el 9 de marzo de 2002 y presentada como una guerrillera muerta en combate por el general Mario Montoya en San Rafael, Antioquia. Este es uno de los más de 130 asesinatos que La Justicia Especial Para la Paz (JEP) le imputa al ex comandante de la Cuarta Brigada en el oriente antioqueño. Montoya, también estuvo al frente de las operaciones “Mariscal” y “Orión” que el ejército llevó a cabo en la comuna 13 de Medellín en 2002, y donde presuntamente hubo participación de paramilitares en cientos de desapariciones forzadas. La foto de Jesús Abad Colorado donde se ve un paramilitar guiando al ejército en las calles de San Javier, es una de las evidencias que se tiene de estas acusaciones.

En la historia universal de la infamia pocas cosas llegan al nivel de vileza de los “falsos positivos”. En junio de este año el sargento (r) Fidel Iván Ochoa le dijo a la JEP que uno de los modus operandi para cumplir a como dé lugar la directriz del general Montoya de que “los únicos resultados que contaban eran los muertos” era engañar a jóvenes pobres con falsas promesas de trabajo, llevarlos a otros municipios, matarlos, vestirlos con camuflados y botas pantaneras y hacerlos pasar como guerrilleros.

Estos relatos producen nauseas, asco, rabia y dolor. No hay nada que pueda justificar que el ejército de Colombia haya matado personas pobres y las haya disfrazado para presentarlas como guerrilleras. La semana pasada Ana Cristina Restrepo en su columna en Cambio escribió algo con lo que estoy completamente de acuerdo: “matar civiles desarmados a cambio de un arroz con pollo excede cualquier consideración de la “banalidad del mal” de Hanna Arendt”. No es posible pensar que los falsos positivos en Colombia se expliquen por un compromiso irreflexivo con una orden como en el nazismo alemán. La línea de mando y el apego a la ley, que fueron factores explicativos del genocidio judío, no aplican en el caso colombiano. Montoya no es Eichmann.      

Lo que sí es, de acuerdo con Álvaro Uribe Vélez, es un “héroe de la patria”. El expresidente sigue confiando en la honorabilidad del general, pese a las reiteradas denuncias de responsabilidad en la masacre de cientos de personas cuando dirigió la Séptima División del ejército. Montoya se niega a contribuir con la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas por falsos positivos, y los sectores políticos que contribuyeron a la exacerbación del fenómeno, son sus escuderos. Mientras eso ocurre, Gloria Lucía López, la madre de Erika Castañeda, le repite a ellos y a todo el país. “Míreme que sí soy yo. Yo fui esa mamá que le dijo a usted Montoya: te va a hacer falta vida y a mi me va a sobrar para que me compruebes que mi hija es una guerrillera. ¡Aquí estoy… aquí estoy!”.             

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/juan-pablo-trujillo/

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