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Los miedos por superar

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Si todo sale bien, en dos meses estaré escribiendo y publicando mi columna semanal desde la ciudad de Xiamen en China.

Xiamen es una ciudad portuaria del sudeste chino. Desde su costa se puede ver la isla de Taiwan. La ciudad se organiza alrededor de una bahía con una isla en el centro y la habitan alrededor de cinco millones de personas. La isla lleva el mismo nombre de la ciudad y se divide en dos distritos: Huli y Siming.

Uno de los lugares más notables del distrito de Siming es el campus de la Universidad de Xiamen, donde estudiaré mi maestría. En el mismo campus aspiro a vivir los próximos dos años y, si se me dan las cosas, Xiamen será mi hogar por alrededor de cinco años.

Hasta ahora, sólo he salido del país una vez; cuando tenía 17 años y fui a Panamá a la excursión de 11°. Salir del país es un sueño lejano para mí. Para lograrlo, todos mis compañeros del colegio reunieron cosas de sus casas que me regalaron y vendí en una venta de garaje; recuerdo haber recibido libros, juegos de mesa, tacones de 15s, vestidos, juguetes y una cantidad de cosas más. Durante la época universitaria, era inviable soñar con un intercambio y, aunque conseguí la práctica en Costa Rica, por causa de la pandemia, no pude viajar.

El sueño de conocer y estudiar en China empezó igual de lejano y hoy es una realidad. Me presenté y pasé a la universidad, hice una entrevista bastante jocosa con los chinos, obtuve la financiación necesaria a través de Colfuturo y aspiro a que, próximamente, me asignen algún tipo de beca.

Cada día se acerca la fecha de salida y la cantidad de cosas por hacer aumentan: consiga documentos, pida citas, hágase exámenes, viaje a Bogotá por la visa, prepare el papeleo para radicarse, piense, piense…

Cuando el tema surge en alguna conversación, normalmente me hacen la misma pregunta: si tengo nervios. No puedo decir que los tenga, pero sí se han acumulado en mí algunos miedos que quiero presentar a los lectores.

1. ¿Quién me irá a cortar el pelo? Llevo casi 10 años frecuentando a Diego mi peluquero -quien se hace llamar mi estilista– y se pueden contar con las manos las personas que además de él, han realizado esta labor en todo ese tiempo. Pensar en esto me produce una nostalgia rara.

2. Allá hace mucho calor. Las temperaturas máximas de Medellín en los últimos tiempos rondan en promedio los 26 grados centígrados. En sus momentos más calurosos, Xiamen, puede alcanzar más de 32 grados. Aunque su temperatura es mucho más variable a la nuestra, me mortifica la idea de que allí hay días más calientes de los que vivimos en nuestra ciudad, que ya siento bastante insoportables.

3. ¿Será que Frida y Mantecado me recordarán cuando regrese? Me causa mucha pena, en todos los sentidos de la palabra, dejar a los gatos a cargo de mis padres; no son su responsabilidad y deben encargarse de ellos por muchos años. Confío en que se aman y disfrutarán de su compañía. Pero pienso mucho, si el día en que regrese, recordarán mi olor, mi cara, mi voz;  si no es así, no alcanzo a dimensionar cuánto me partiría el corazón.

4.  Me asusta un poco hacer amigos. No suelo ser la persona que hace nuevas relaciones, ni quien se siente cómodo entre desconocidos; a veces me cuesta hacer conversación y he pensado mucho cuánto más difícil será, teniendo que hacerlo en inglés y aprendiendo chino. Aunque tengo la disposición y capacidad de sobrepasar mis límites, aspiro a que me adopte alguna persona bien extrovertida.

5. Me voy a perder varios años de compartir vida con mis amigos. Tengo con mi grupo más cercano la costumbre de celebrar sin falta todos nuestros cumpleaños. Además, tengo un par de mejores amigos que estimo en sobremanera. Pasaré varios años en que no acompañaré sus logros, no haré parte de sus propósitos; sobre todo, me aterra pensar en que, cuando regrese, estarán en un momento de vida muy diferente al presente. Pienso que no existirá el mismo grupo, o que se habrán casado, quién sabe si alguno tenga un hijo. Esto me hace preguntarme: ¿podremos tener la misma relación en el futuro?

6. Siempre he sido relativamente independiente y, ciertamente, desapegado a la familia, pero ver que se acerca la fecha de irme por una larga temporada, me ha hecho pensar en cuánto amo la familia. Uno de mis principales miedos es pensar que al regresar no estén los mas viejos y añoro poder en las próximas semanas tener la oportunidad de ver sus caras y compartir con ellos un abrazo.

Poco a poco se suman temores a la lista, algunas cosas son tontas, otras importantes, todas me asustan en distinto grado. Una certeza queda: estoy firme en mi propósito, tengo un plan de vida que aspiro a cumplir y, por lo tanto, voy a superar todos mis miedos.

Otros escritos de este autor: https://noapto.co/pablo-estrada/

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