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Andrés Preciado

La seguridad en la Medellín estancada

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La presentación del Informe de Calidad de Vida de Medellín 2021 por parte de Medellín Cómo Vamos tiene una conclusión demoledora: la ciudad está estancada en lo social. Esta conclusión es también amplia, por eso solo me voy a referir a unos pequeños aspectos de esta radiografía de ciudad que recomiendo leer de manera integral, yo ofrezco una mirada parcial desde mis intereses en seguridad en varios puntos.

Señala MCV: “La dinámica de las estructuras criminales viene cambiando: aumentaron el desplazamiento forzado intraurbano y los hurtos, persiste la extorsión, esto genera mayor sensación de inseguridad”. Sin duda el comportamiento de los homicidios en el período de Daniel Quintero favorece la posición de éxito del gobierno local, no obstante, el aumento de los delitos contra el patrimonio, la consolidación de los problemas de extorsión y lo intacto del gobierno criminal de los combos hacen entender que, como antes, los homicidios se han reducido más por decisión de la delincuencia que por accionar del gobierno local, incluidos los organismos de seguridad y justicia con los que trabaja conjuntamente. En este mismo sentido, sigue siendo una gran incógnita entender las razones para que, pese a que casi todos los ámbitos de gobierno local de la ciudad se deterioran consistentemente, el comportamiento de la violencia homicida pareciera no relacionarse con los asuntos del gobierno local y sus dinámicas, quizá finalmente están menos relacionados de lo que siempre hemos pensado.

No obstante, en términos de seguridad, la parte central de las conclusiones se resume en una corte frase “Las mujeres siguen siendo las más afectadas por la pobreza y la violencia intrafamiliar, además se sienten más inseguras en la ciudad”. Lo que implica reconocer una desigualdad histórica en la configuración de las políticas públicas de seguridad en la ciudad, que se han centrado en la atención de la violencia homicida y de los hombres jóvenes como sus principales víctimas y por esa vía en la contención de la criminalidad organizada.

La mujer ha quedado relegada de las políticas de seguridad y por eso no sorprende que ligado al hecho de que Medellín es la ciudad principal del país donde más se ha deteriorado la sensación de seguridad en las noches, de nuevo la posición de las mujeres es muy vulnerable en la medida en que “Una de cada tres mujeres reportó no salir de noche porque se sentía insegura en 2021”.

Todo este diagnóstico me lleva a dos conclusiones preliminares: La primera es que la política de seguridad en Medellín se ha desentendido de las particulares necesidades de las mujeres y por eso hoy la victimización y la sensación de inseguridad tienen sus rostros y angustias. En el corto plazo esto no tiene una solución sencilla, la Secretaría de Seguridad y Convivencia de Medellín centrada en la reducción de homicidios y en la contención de combos no tendrá la visión amplia de reenfocar parte de su accionar a garantizar condiciones objetivas y subjetivas de seguridad para las mujeres. Esto requiere un nuevo arreglo institucional desde el siguiente plan de desarrollo, con recursos efectivos y una instancia superior de dirección que coordine y ordene a toda la Alcaldía en un plan de recuperación amplio de la seguridad de las mujeres. Se dice fácil, pero es una tarea compleja en donde los gobiernos anteriores y el actual han fallado.

La segunda conclusión es la necesidad de iniciar esfuerzos en torno a los temas de violencia intrafamiliar. Muchas veces se ha tratado este tipo de violencia como la oculta, la que no aparece en las agendas de seguridad porque no llega a los reflectores mediáticos. Es hora que técnicamente se enfoque el esfuerzo público a atender este tipo de violencia, no solo por lo abominable de la situación actual, sino porque la evidencia ha demostrado que la atención de la violencia intrafamiliar es a la vez la mejor forma de prevención de situaciones posteriores como el reclutamiento y el inicio de carreras delincuenciales.

Dos retos concretos, dos urgencias de ciudad que marcan la agenda de seguridad de mediano y largo plazo para Medellín y que reconfiguran todo lo que clásicamente se ha entendido como prioridades de este sector: la seguridad de las mujeres y la violencia intrafamiliar.

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